Alerta: un solo plomo puede hundir tu dieta

¿Te has parado a mirar a tu alrededor? Afortunada o desgraciadamente, nos encontramos rodeados de personas que constantemente influyen consciente o inconscientemente en nosotros. Cuando quieras alcanzar cualquier objetivo, detente un momento y observa a los que están a tu alrededor… ¿son plomos o corchos?

En este artículo aprenderemos a diferenciarlos y a aprovechar o evitar su influencia. ¿Te apuntas?



No vivimos en una burbuja. Desde que nos despertamos, y en mayor o menor grado según el carácter de cada uno, nos vemos influidos por detalles tan insignificantes como que el día amanezca nublado o soleado, que las tostadas del desayuno se nos hayan quemado o que nuestro coche no arranque a la primera. Si no somos conscientes de ello, cualquiera de estas cosas puede hacer que nosotros mismos convirtamos un día potencialmente fantástico en un desastre. Si nos vemos afectados por esas nimiedades, no es de extrañar que un comentario despectivo, una discusión o una simple mirada desaprobadora de alguien de nuestro entorno incline más la balanza de nuestro día hacia el "lado oscuro".

las personas corcho nos ayudan en la dieta
De todas las personas que nos rodean en nuestra vida diaria, debemos aprender a distinguir las personas plomo de las personas corcho para acercarnos a los segundos y alejarnos en lo posible de los primeros.

 Una persona corcho es aquella que te apoya, que si hace falta critica tus decisiones pero de forma
constructiva, dándote posibles alternativas o soluciones, que te anima los días más flojos y disfruta contigo de los felices, que entiende tus objetivos, aunque no los comparta, y te apoya para conseguirlos sólo porque te quiere y sabe que son TUS sueños.

Sin embargo, las personas plomo parecen no tener otro fin en la vida que hundir a todos los que tienen alrededor. Se preocupan bien de conocer tus sueños y objetivos, haciendo el papel de amigos y confidentes, para a continuación bombardearlos con todos los medios que tienen a su alcance. Puede que te digan que" es imposible intentar montar tu propia empresa en los tiempos que corren” o que “para qué gastar tiempo y dinero en un master si eso no te sacará del paro” o que “tu obesidad viene de familia y nunca podrás estar delgado” etc, etc… A veces son algo más sutiles y los comentarios son del tipo “¿no estarías más descansado y tendrías más tiempo para ti si entrenaras menos?” (obviando el “total, no  te van a escoger para el equipo por mucho que lo desees”) o  “¡Es sólo un día! Disfruta de la tarta hoy, mañana ya seguirás con tu dieta; además, estás muy bien así” (mientras piensa “qué le voy a decir a la pobre, ¿que está gorda y que nunca conseguirá perder esos kilos?”).

las personas plomo boicotean nuestra dieta
No quiero generalizar diciendo que todas las personas plomo actúan de esta forma para hacer daño a los demás. Muchas veces este comportamiento es típico de una persona  amargada que no ha sabido, o no ha podido, luchar por sus propios sueños e inconscientemente descarga sus miedos y sus frustraciones sobre los de los demás. Sea como sea, es nuestra responsabilidad detectarlos y neutralizar su perniciosa influencia si no queremos que vivan nuestra vida por nosotros.

Ya hemos hablado en este blog varias veces de la importancia de plantearse retos y de planificar las estrategias que nos llevarán a conseguir nuestros objetivos. Esto es lo primero que debes tener claro: lo que quieres y por qué lo quieres; sólo así tendrás argumentos que oponer a las dificultades que se presenten, o te presenten los incansables plomos. Llegados a este punto, ante una persona plomo podemos actuar de  dos  maneras:

1) Ignorarla y alejarnos

Esto suele resultar difícil si se trata de una persona importante en nuestra vida, pero si no es así…¿qué importancia tiene que alguien que no significa nada para nosotros apruebe o desapruebe lo que hacemos y cómo lo hacemos? Intentar contentar a todo el mundo, como dice mi padre, "no sólo no se puede, sino que, además,  es imposible". Pasa de los comentarios de la gente, de las risas, de las miradas burlonas o falsamente compasivas, de los que intentan hacerte desistir "por tu bien"…son sólo eso, gente que ni tiene por qué, ni quieres que conozca ni entienda tus sueños.

2) Escucharla e intentar razonar con ella

Es lo que solemos hacer casi siempre: intentar justificar nuestras acciones ante todos. Ya hemos visto que si son personas sin importancia en nuestra vida, la mejor es la táctica del punto anterior: ¡ignóralos! Pero cuando se trata de aquellos más cercanos, cuya opinión sí nos importa, lo más lógico es escuchar y valorar su opinión. A partir de este punto, tomaremos aquello que sume y apartaremos todo aquello  que no nos aporte nada positivo. Podemos decirles que sabemos que nadie está en posesión de la verdad, que admitimos que podemos equivocarnos, pero que, una vez nos proponemos conseguir algo, la decisión y las consecuencias que se deriven de ella son nuestras y nos haremos responsables de ellas. Así, quedará ya en manos de la otra persona darnos o no su apoyo (decidir si va a ser plomo o corcho), pero debes tener claro que tú eres el responsable de tu vida: ¡decide qué quieres hacer con ella!


Por tanto, y pasando a nuestro terreno, cuando decides cambiar de hábitos para bajar de peso, aprender a comer de forma sana, mejorar la forma física o, simplemente, sentirte mejor, ten claro que son objetivos de lo más razonables y, sobre todo, que son TUS objetivos. Ya hemos visto que a las personas plomo les encanta boicotear los esfuerzos  de aquellos que , al contrario que ellos, se atreven a intentar mejorar en cualquier aspecto de su vida. Aprende a detectarlos y a alejarte de ellos. Rodéate de personas corcho, que, por suerte, también abundan entre las que nos acompañan en el día a día, y aprende también a dejarte ayudar (asignatura pendiente que tenemos muchos...). Pronto te darás cuenta  cómo, sin piedras en tu mochila, el camino hacia tu sueño se hará menos empinado.


Y ahora, para terminar, volvamos la mirada a nosotros mismos y hagamos una importante reflexión final: ¿somos plomos o corchos para los que nos rodean?


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